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Mostrando entradas de julio, 2014

¿Y dónde están los masones?

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Me tenía preocupado el silencio de la masonería en el debate acerca de la Stella Maris y la sonora bofetada al estado laico, sobre todo cuando hasta los Caballeros de Colón salieron a defender la obra con argumentos extraídos de algún medieval rincón del colon. Algo raro sucede, me dije, pero infancia es destino y, como fanático de las películas del Santo, confieso que siempre mantuve las esperanzas de que aparecieran los masones, con la capa al aire, para aplicarle a los Caballeros una urracarrana voladora y a Enrique Iván una lavativa con escuadra y compás que le quite lo sabroso. Les advierto que mis esperanzas estaban más que fundadas. Cada 21 de marzo los masones salen de su madriguera y, con voz engolada, nos ilustran sobre Benito Juárez y sus inmensas aportaciones a la patria, entre ellas la separación Estado-Iglesia, lo que no tiene otra lectura que avisar que ahí están ellos, con sus mandiles y sus guantes blancos, para proteger la salud de la república de la to

Cálculos satánicos

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Nadie puede adoptar la política como profesión y seguir siendo honrado.  Louis McHenry Howe. Cuenta el periódico que según el mito popular es gratuito, que fue la loca aspiración de Enrique Iván González de ser gobernador la que lo llevó a invertir dinero de la comuna carmelita en la Stella Maris y a presentarse, en su calidad de alcalde, como orador oficial en la develación del monolito, dos categóricas patadas al estado laico.   Estoy de acuerdo en lo esencial con el periódico que sale muy caro al erario: Satanás (Enrique Iván sólo le dicen sus allegados) agarró por su cuenta el laicismo y lo dejó como niño del albergue de Mamá Rosa, pero no coincido con la causa porque Satanás no tiene un pelo de raeguetonero y sabe que no tiene oportunidad de alcanzar la Primera Guayabera de Campeche.  La razón de Satanás, creo yo, es mucho más triste que lo publicado por el periódico solidario: el desafío a la investidura y al estado de derecho en el caso Stella Maris es su aceptac

Con pecado concebida

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Era, decían, una donación de Amado Yáñez, pero el susodicho resultó un Dimas (o Gestas, lo que usted prefiera) y el patrocinio de la Stella Maris quedó en el más oscuro de los misterios hasta que, gracias a la periodista Katia D´Artigues, se supo que  quien pagó los gastos  fue el alcalde carmelita, Enrique Iván González (a) "Satanás" (así le apodan desde su más tierna infancia). Fue ahí  donde la hembra porcina curvó el apéndice posterior  por las razones que enumero a continuación. La primera: a pesar de la caída de Oceanografía, Satanás perseveró en la mentira de la donación; probablemente pensaba esconder el gasto de 40 o 70 millones de pesos (es tal la turbiedad con la que se ha manejado el asunto que no se sabe cuánto costó el monolito) con ayuda de la misma magia financiera con la que él y su gabinete desaparecen dinero del erario para materializarlo después en sus cuentas particulares. Pero ante la revelación de que Oceanografía incumplió el co