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Mostrando entradas de octubre, 2015

Apestar en grande

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San Francisco de Campeche se cuajó. Cerraron calles, periférico, autopista y por generación espontánea aparecieron soldados, policías y guachomas a raudales. El Presidente estaba en la ciudad. Eso fue el 16 de octubre.  En las redes sociales el video de Peña Nieto era la onda, en especial el segmento en que anuncia que su gobierno invertiría generosamente en Campeche para revertir el atraso y nos dice que estamos en su corazón, instante en el que Alito se derrite viendo al Quetzalcoatl metrosexual y los asistentes alcanzan un orgasmo colectivo. Todo bien bonito. En realidad, el Presidente sólo vino a interpretar el papel de muchacho citadino, seductor y mundano, que engaña a la jovencita provinciana con promesas de amor, porque el presupuesto que él y su equipo enviaron al Congreso un mes antes contemplaba un recorte criminal del 27.6 por ciento para Campeche, el golpe de gracia para un estado que carece de actividades productivas y todo lo concentra en un gigantesco, castra

Alito: el viaje a la locura

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Alito pescó una frase que vaga desde hace años en la web y la convirtió en su declaración de principios: “Para alcanzar algo que nunca has tenido, tendrás que hacer algo que nunca hiciste”.  La frase, derivado tierno de otro pedazo de “sabiduría” que Einstein nunca pronunció: “Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes”, es un monumento a la obviedad. Pero bueno, al embrujo de la autoayuda se llega tomando rectorías o de Google, no del estudio. De cierto modo, Moreno Cárdenas ha cumplido. Prometió romper inercias, desbaratar bostezos y cortar hamacas, tareas necesarias para crecer en grande (otra barbaridad tomada de libros de autoayuda), y ahí lo tienen, desacralizando el poder que González Curi imaginaba como un sultanato y Fernando Ortega como una cueva oscura y sórdida resguardada por Roberto Sarmiento.  Pero desacralizar no quiere decir caricaturizar. Acudir al IMSS en la madrugada para cerciorarse de la calidad de la atención fue un acie

“Campechanidad” para olvidarte, Layda

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Después de su extraño triunfo sobre Layda Sansores en 1997, don Antonio González Curi se obsesionó con difuminar la presencia de la hija del cacique y el escepticismo general sobre la limpieza del proceso electoral. En un trance similar, Fernando de Aragón tomó por asalto Granada para distraer a sus adversarios políticos y afianzarse en el poder, escribió Maquiavelo. Inspirado por el capítulo XXI de El Príncipe, don Antonio puso a trabajar la mollera y tuvo una idea que consideró igual de grande: darle a sus gobernados jarana con el dedo. A su hallazgo lo llamó Mes de la “Campechanidad”. “Campechananidad” fue un equívoco. La palabra no existe. Pero se mantuvo a flote por la conjunción entre la infalibilidad papal que don Antonio creía poseer y la asquerosa sumisión burocrática de muchos campechanos, para quienes la dignidad, la razón y la Real Academia están subordinadas a la piadosa quincena. Así comenzó este ridículo: multitudes disfrazadas bailando jarana para celebrar un

“Obstruíos los unos a los otros”

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Esta foto la tomé a las dos y veinte de la tarde en la Avenida Revolución de Campeche, a unos metros de la escuela Guadalupe Victoria. Como pueden observar, es un desastre creado con esmero y preciosismo por los liberales y heroicos burócratas. Hasta hace poco, esa avenida estaba dividida por un camellón semi derruido y sufría una intoxicación de fugas de agua, baches y topes que, para muchos, eran la explicación de la esclerosis vial.  De vez en cuando, la Dirección de Vialidad apostaba a un policía para organizar el tráfico, y era común verlo recargado en la pared de la escuela, mirando con fastidio a los conductores que se estacionaban en doble o triple fila interpretando una sinfonía de claxonazos en sostenido mayor. En una ocasión, cuando vivía por ahí, fui a preguntarle al poli por qué no hacía valer su autoridad y me contestó que era imposible: si intentaba llamarle la atención a fulano o infraccionar a zutano, se llevaría el primer regaño ahí mismo por no saber con

Alito y la máquina de hacer humo

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No saben qué ganas tengo de equivocarme, pero creo que el intento de asesinato de ayer contra el empresario Laureano Ceballos jamás será resuelto.  Hoy, el gobernalito fue al Congreso a presentar su propuesta para eliminar la Tenencia. Si todo sale como pienso, mañana los medios de comunicación dedicarán sus primeras planas a este “hecho sin precedentes en la historia de la humanidad”, la iniciativa será convertida en milagro institucional y prueba de que avanzamos en grande, y el crimen de ayer será relegado a páginas interiores. Luego lo esfumarán.  Celebro la desaparición de la Tenencia. Era un impuesto injusto, creado en 1962 para financiar los Juegos Olímpicos del 68 y que sobrevivió hasta nuestros días porque era una forma efectiva de exprimir al mexicano en beneficio de la clase política. Calderón lo eliminó durante su mandato, pero algunos gobiernos locales, como el de Purux, continuó esquilmándonos. Ahora bien, la derogación de ese impuesto 47 años después de habe

Todavía no

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Estoy de acuerdo en que lo sucedido hoy fue una ejecución al estilo Pablo Escobar: dos sicarios en moto acribillaron a un empresario y lo dejaron en estado agónico. Un remake de Colombia en los años ochenta. Trágico.    Pero no, no y no estoy de acuerdo en señalar que se trata de la primera acción grande del narco que sólo esperaba la toma de protesta de Alito para ocupar la plaza. Es prematuro asegurar algo así, además de aterrador. Prefiero esperar.  Ayer, en una nota de mi amigo Mendoza Leciano, leí que el gobernador supervisó los retenes y los equipos de última tecnología ahí instalados para preservar a Campeche como la entidad más segura del Sistema Solar. Supongo que a los sicarios les será imposible escapar por esos rumbos.  Supongo también que al momento en que supo del atentado, Alito mentó madres y ordenó capturas para ayer o, de ser posible, para antier; y tiene razón: hallarlos no debe ser muy difícil. Rodeados por retenes con radares y muchos foquitos, enjaulad

Bacheo merecido

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Hace unos días, el hijo del alcalde champotonero, Raulito Uribe, echó una paletada de tierra a un cráter por el rumbo de Pozo del Monte y anunció el Programa Permanente de Bacheo que se mantendrá hasta que su papá entregue el cargo a Pablito Angulo dentro de tres años. Es decir, según el representante de su papá, este gobierno no va a reconstruir las calles enfermas de acné legadas por José Luis Arjona, sino a maquillarlas, y esa es la única información que tenemos hasta este momento en que estoy viendo Dallas contra Nuevo Orleans. Mal pensado que soy, de inmediato traté de encontrarle el huarache a este paso del alcalde; pensé en su fábrica de emulsiones, en sus constructoras, incluso en la draga que durante años mantuvo a flote en el río Palizada y por la que recibía 5 millones de pesos mensuales del API. Ajá, exclamé, ahí está el bistec: Uribe contrata las constructoras de Uribe para trabajar los baches o los rellena con toneladas de material y emulsiones de la fábrica

Otro golpe a Tomás

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Pues bien, Raúl Uribe acaba de cambiar la ubicación del cuarto de juegos de su hijo al rete H. Ayuntamiento de Champotón, en la oficina que dejó olorosa a jabón del perro agradecido José Luis Arjona. Ahí mantendrá al frutito de su vientre los próximos tres años, con su gabinete de soldaditos de plomo y muñequitas de trapo, mientras él mece la hamaca y prepara las bolsas donde se llevará el dinero. De hecho, el presidente municipal de mi pueblo se reunió hace unos días con su socios, entre ellos un tal Andrade, ex goberladrón de Tabasco, para preparar el fraude en Obras Públicas que es la especialidad de la casa. De los acuerdos tomados y de otras estrategias para acabar con lo poco que dejó Arjona le informará a su hijo Raulito cuando lo considere necesario. No es cosa de imponerle obligaciones a un niño cuya única preocupación debe ser jugar. Lo triste de todo esto es que, en una movida que pretende ser maquiavélica pero se queda en jugarreta de comisaría ejidal, Raúl Urib