Todavía no




Estoy de acuerdo en que lo sucedido hoy fue una ejecución al estilo Pablo Escobar: dos sicarios en moto acribillaron a un empresario y lo dejaron en estado agónico. Un remake de Colombia en los años ochenta. Trágico.   

Pero no, no y no estoy de acuerdo en señalar que se trata de la primera acción grande del narco que sólo esperaba la toma de protesta de Alito para ocupar la plaza. Es prematuro asegurar algo así, además de aterrador. Prefiero esperar. 

Ayer, en una nota de mi amigo Mendoza Leciano, leí que el gobernador supervisó los retenes y los equipos de última tecnología ahí instalados para preservar a Campeche como la entidad más segura del Sistema Solar. Supongo que a los sicarios les será imposible escapar por esos rumbos. 

Supongo también que al momento en que supo del atentado, Alito mentó madres y ordenó capturas para ayer o, de ser posible, para antier; y tiene razón: hallarlos no debe ser muy difícil. Rodeados por retenes con radares y muchos foquitos, enjaulados en una ciudad donde los chismes son más veloces que Usain Bolt, empantanados en algún semáforo con luz verde o en el carril de alta velocidad del malecón, espacios preferidos de los pichitos amorosos para la reflexión mística, el arresto debe de ser cuestión de minutos. Insisto, aguardemos. 

Si la justicia cumple, bien. Habrá razones para obligarlos a bajar de la garganta a la región perineal. 

Si no, se confirmará lo que vengo diciendo desde hace mucho: si somos la entidad más segura es por la distracción de la delincuencia organizada, o del desprecio: ¿qué atractivo puede tener para el narco una plaza donde el 70 por ciento de los habitantes no alcanza a completar la canasta básica? 

Pero si el aparato policiaco da largas al tema para que la memoria bulímica de los liberales y heroicos haga su trabajo, si esta ejecución queda impune, significará que algo se arrastra entre el lodo en las profundidades de un viejo lago escocés. En tal situación, sólo podemos esperar lo peor. 

Y lo peor es que el somos se convierta en éramos porque, por fin, la mafia nos encontró algún atractivo. En esas circunstancias, en milésimas de segundo se acabará la ficción de la entidad más segura de la Confederación Galáctica y entonces toda sospecha tendrá fundamento, incluida la responsabilidad de Alejandro Moreno Cárdenas en la construcción del Campeche colombiano.

Pero todavía no. Paciencia. 

Besitos.

¡Pum! ¡Pum! 

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