Explicando el desastre




Cuando aparecieron los primeros datos de “México ¿Cómo vamos?” que nos ubicaban como la entidad con peor desempeño económico, el gobernador se refugió en un argumento extravagante para disfrazar el desastre: sus propios números, recabados, dijo, en una guarida burocrática llamada Unidad de Inversión y Banco de Proyectos. Con eso organizó un evento en el que presumió cifras y gráficas cuyo fin de fiesta fue el siguiente: la economía campechana es un Fórmula Uno tripulado por un Michael Schumacher con guayabera talla XXXXXL. Contra la realidad real, la realidad solidaria, distantes una de otra como Thalía Mottola y el canto.
Pero las pruebas de la catástrofe siguieron brotando y estimularon la esquizofrenia gubernamental. Entonces Fernando olvidó cifras y gráficas y acudió a su propia ontología del campechano, es decir, una mezcla volátil entre la incapacidad para asumir el fracaso y una peregrina interpretación del Laberinto de la soledad, y esta vez el veredicto fue que la pobreza es cuestión de actitud.
Así, de golpe, la miseria circundante ya no era producto de las ficciones del INEGI, de la inclusión de la variable petrolera o de la incongruencia entre la disminución del desempleo abierto y el decrecimiento económico, sino fruto envenenado de los liberales y heroicos patriotas, pobres por huevones.
Le llovió al gober, mucho y por todos lados, y con razón. Lo que vomitó fue un disparate cósmico. Pero de nueva cuenta quiso evadirse condenando al periodista que dio a conocer la nota: “Tanto que lo ayudó y le paga tergiversando sus palabras”, recitaban en Comunicación Social. La culpa nunca cae en el suelo, siempre cae en el más pendejo, sostienen en Sihochac.
CNNExpansión recién publicó las estimaciones sobre el crecimiento del PIB en el país basadas en datos de Banamex. Como es una tradición, seguimos imbatibles en el último lugar y además seremos los únicos con números negativos: -1.6 %.
Ahora bien, no sé qué me causa más temor: si la espantosa situación económica o el pretexto que esgrimirá Fernando Ortega para tranquilizar su conciencia. Con la intención de evitar vergüenzas, Bestiómetro propone algunas lactancias similares a las recetadas por el Purux para explicar el cataclismo, pero con la ventaja de que incriminan a los chivos expiatorios de siempre, no a sus gobernados, y además tienen un toque de glamour que mucho bien le hará a su investidura, que a estas alturas del sexenio parece jerga de billar. Van:

a) La crisis que atraviesa la entidad es responsabilidad del poderoso Grupo Bilderberg, que dispersó en Campeche el virus de la burocratitis cuyos síntomas son la capacidad de culiatornillarse ocho horas diarias cinco veces a la semana, festejar el día de quincena y vegetar los restantes tragando charritos comprados a crédito, comportamientos destructivos que se reflejan en los índices económicos.

b) En efecto, el PIB disminuyó este año, pero no por la mala gestión del gobierno sino por un chantaje de la familia Salinas de Gortari, que pretende negociar la salud de nuestra economía a cambio de los planos secretos de la coreografía del Pichito amoroso.

c) ¿Fiesta en Hecelchakán, volqueteros contra Ana Martha, jovencita en pelotas en La Cantinita? Sólo los necios no se darían cuenta de la campaña del sionismo internacional para distraer la atención en tanto se apoderan de nuestro petróleo. Primero Gaza, ahora nosotros. Pero el gobierno solidario defenderá las plataformas de la Sonda de Campeche con patriotismo, con carácter, con firmeza y para ello ha convertido a los Niños Contralores en un comando de élite de nado sincronizado.

Besitos y tantán.

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