Champotón: venganza doble


“Si pierdo Champotón pero gano las elecciones, te vas al tanque, cabrón”, le dijo Alito a mi alcalde José Luis Arjona hace tres semanas, después de dos eventos casi desérticos y uno con mujeres en el que, de las 300 “invitadas”, 200 eran empleadas del Ayuntamiento amenazadas con el descuento de un día de salario por inasistencia, y que además tuvieron que soportar la humillación del pase de lista antes y después del deslumbrante discurso del que nos va a dar con todo y por todos lados.

El escenario para Alejandro Moreno en Champotón está feo como un partido de la Selección, y la culpa es suya. Él fue quien impuso a José Luis Arjona en la alcaldía y después, cuando Arjona enloqueció y se montó en sus traumas y sus primas y desafió a su pueblo, ya no pudo controlarlo. Ahora está pagando los réditos.

Además, Moreno Cárdenas carga otros lastres. Por un lado, el nefasto gobierno de Fernando Ortega, un sexenio de desorden administrativo y saqueo que convirtió el mayor presupuesto en la historia de Campeche, 18 mil millones de pesos, en tragedia pública y fortunas privadas. Por el otro, Enrique Peña Nieto y no hay más que agregar.   

Y para completar la tragedia, Alito cometió la torpeza de aliarse con Raúl Uribe Flores y su capricho de reelegirse a través de su hijo. Qué infamia, a fe mía, la de exponer a Raulito al rencor que su padre se ha ganado después de 20 años de robar sin descanso, sobre todo con el antecedente de 2003, año en el que los champotoneros le pusieron un alto al mongol y lo derrotaron. Ahora el chamaco está pagando culpas que no son suyas: según una encuesta de la campaña de Alito, está 14 puntos abajo de Jorge Castro (a) “Plátano” y tiene que irse con cuidado en sus caminatas, protegido por una avanzada que le informa de las pocas casas donde pueden recibirlo y las otras muchas en las que quieren mentarle la madre.

Pero si las cosas van mal para el PRI, están mejor que nunca para los champotoneros. Por una benigna conjunción de los astros, en junio tendremos la oportunidad de votar en contra del tricolor y vengarnos por partida doble. 

La primera partida es el ajuste de cuentas con José Luis Arjona. Hasta el momento todo indica que Alito ganará las elecciones y, por tanto, su derrota en Champotón enviaría a mi alcalde a una suite de Kobén para que reflexione sobre las consecuencias de gobernar con el pito, las vísceras y las uñas. Espléndido. La segunda partida es un fin de fiesta largamente esperado: la caída definitiva de Raúl Uribe, que ya bailó hasta La danza del Vientre, que se ha enriquecido brutalmente y que, sin importarle dejar a su pueblo en la anemia, cada vez quiere más.

Para Arjona y Uribe existe una posibilidad de salvarse y seguir jodiendo: la compra de votos; pero nosotros tenemos el antídoto: la dignidad.

Ojalá que esta vez no permitamos que nos traten como putas electorales y, además, de las baratas. Porque si volvemos a vendernos por tres centavos y una torta, entonces quedará demostrado que merecemos todos los Uribes, Arjonas, Alitos y demás plagas bíblicas que nos depare nuestra desvergüenza. 

Besitos.

Tantán. 

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