PRIstrategias: El fraude que prepara Uribe

No levanta Raulito Uribe en Champotón. No lo quieren. Ya ni ganas tiene de seguir con sus caminatas, esas largas jornadas donde va de casa en casa saludando a la gente y haciendo como que las escucha, porque por lo general lo insultan y le cierran las puertas. En sus reuniones vecinales, la gente le demuestra la peor forma de aborrecimiento: sólo le prestan atención cuando termina su discurso para exigirle los regalos que les prometieron.   

Es normal. Raulito lleva a las espaldas las lozas de los gobiernos nefastos de Peña Nieto, Fernando Ortega, José Luis Arjona y los destrozos que su propio padre, el “empresario” Raúl Uribe, ha causado en el pueblo. Su fortuna es inversamente proporcional a la pobreza que nos rodea. 

Son 12 puntos de desventaja para Raulito. En cualquier otra parte del mundo estaría, ya, derrotado. Pero en mi pueblo la prostitución electoral es más confiable que las encuestas. Su papá lo sabe y, obsesionado con reelegirse, ha diseñado varias estrategias para asegurar el triunfo. Estas son algunas:

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Para las caminatas, el junior cuenta con un grupo de veinte muchachos que lo protegen a cambio de un pago semanal de mil 500 pesos, torta, refresco y la advertencia de que no serán contratados por el gobierno municipal en caso de que Uribe gane. El palacio está saturado de personal inútil, hasta tres secretarias por cada escritorio. Así que terminando la campaña, adiós. 

Y de llegar el gordo a la silla, le tocará su correspondiente despido a por lo menos 500 trabajadores municipales, sindicalizados o no, eso es intrascendente. Basta ya de tanto zángano, no hacen nada y se llevan cantidades brutales de dinero que bien pueden ir a parar a las cuentas bancarias de don Raúl. 

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La generosidad oportunista siempre es bienvenida en estos casos. Por eso es que Uribe papá mandó echar mil 800 volquetadas de sascab en Pixtún y luego envió a su hijo a cosechar los aplausos. 

Raulito hizo lo suyo: fue al poblado, se reunió con mujeres y, en plan de cobrador de Elektra, les aseguró que él ganaría ahí por mil 800 votos. Las damas debieron sentirse halagadas de que les hayan escupido en el rostro el precio de la generosidad del gordo, y muy orgullosas de que su derecho a votar libremente y su dignidad ciudadana se las hayan retacado de sascab.

Por cierto, en esa reunión Raulito dijo: “No hay lugar para los dos en Champotón (Pablo Angulo y él). Uno tiene que desaparecer”. Yep, con todo para todos, incluso si es de tu propio partido.

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En Ciudad del Sol, las hordas del PRI visitaron todas las casas. Solicitaron credenciales de elector, apuntaron números y prometieron mil pesos por piocha si los candidatos del tricolor ganan ahí.

El padrón de electores de Champotón, me dicen, es de 40 mil personas. Supongamos que la táctica usada en Ciudad del Sol se replique en todos lados: el costo de convertir el padrón en un catálogo de putas electorales sería de 40 millones de pesos.

Gran negocio. Uribe invierte 40 millones de pesos, una vez en el ayuntamiento se lleva 400 millones; nosotros nos llevamos la chinga. 

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La táctica del uno por tres y diez por 300 es fantástica. Si una persona logra llevar a diez jodidos a un mitin de Raulito, se lleva tres mil pesos y cada uno de los acarreados alcanza 300 pesos. Y en mi pueblo, créanme, hay mucha gente dispuesta a lo que sea por ese dinero. Aprovechándose de esa miseria, Raúl Uribe garantiza público cautivo para los sapientísimos rebuznos de su hijo.

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Toca el turno a los “padrinos”. El gordo Uribe cuadriculó la ciudad y en cada zona nombró a un incondicional para entenderse con las lideresas de colonia de su jurisdicción a quienes llama “padrinos”. Ellos (as) se encargan de todo y además funcionan como una barrera de contención. De esa forma, Uribe no tiene que tolerar la pestilencia y la vulgaridad de las búfalas y, mejor aún, no hace compromisos con nadie. Si llega a la alcaldía, el robo ya no se verá disminuido por los pagos a esas lacras sociales de dientes de oro y sobaco radioactivo. Magnífico.

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La intimidación es parte importante del plan. El gordo Horrible le ha puesto a cada candidato de oposición su respectiva “cola”. Para donde vayan, Torreja, Licho, el Moqueleño traen dos o tres vehículos con personal de Raúl que los espían y amedrentan, y cada casa de campaña tiene sus vigilantes. Hay que meterles miedo a esos pendejos, que sepan que están tratando con un aspirante a cacique que puede ser odiado por muchos, pero tiene el dinero y la maldad para partirle la madre a quien sea. 

Obviamente, el plan intimidación no estaría completo sin el imprescindible grupo de choque: 500 parias armados con bates adquiridos en Xbacab y con una sólo objetivo: reventar la elección. Ahí donde Raulito vaya perdiendo llegará este contingente para atemorizar a los votantes y robarse las urnas;  por supuesto, también están incluidas las agresiones a los otros candidatos, a sus representantes de casilla y electorales, a sus vehículos, etcétera. 

Sobre este punto, es justo reconocer el papel protagónico del INE. En una plática entre el personal de esa institución y la Sociedad Civil Champotón, una de las exigencias fue que la milicia, en este caso la Marina, resguardara los lugares de votación para impedir actos vandálicos. Los del INE, claro, se hicieron rabiosamente pendejos. Lo suyo es resguardar la democracia en las celestiales parcelas de la teoría, no en los pantanosos y hediondos terrenos de la realidad. 

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Lo que veremos en siete de junio será inédito. Una violencia descarnada, terrible, intensa, como intensa es la terquedad de Uribe por reelegirse y seguir mamando del único buen negocio que ha hecho en su vida: injertarse en roedor político, negocio que ha sido el origen de su riqueza y sin el cual se iría, de nuevo, a la ruina.

Postdata: lo ideal sería que los candidatos de oposición formaran un sólo frente para defender su voto y fortalecerse ante las intimidaciones. Pero no, prefieren chiflar cada quien por su lado, mientras el gordo, con un potentísimo do de pecho (no en vano se parece a Pavarotti), les advierte la madriza que les va a pegar. 

Besitos.

Tantán.

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