Diario reciente






Martes 8 de septiembre. Medio día.

Hace unos días, querido diario, el Cabildo desenterró el hacha de pedernal y denunció al alcalde ante el poder legislativo por numerosas arbitrariedades. Según el cuerpo edilicio, Arjona es tres veces más malo que el anti-cristo. 

El acusado respondió con una declaración en la que aseguraba que todo era un chantaje de los regidores que pretendían un bono extraordinario de 500 mil pesos que él, como titular del Ayuntamiento, no estaba dispuesto a obsequiar. “Conmigo no van esos jueguitos”, dijo.

Sobre los jueguitos que le gustan al edil, querido diario, podría escribir una obra que escandalizaría al mismísimo padre Maciel, pero ese no es el tema. El asunto es: ¿qué tan profundo es el lodazal que origina este drama y que describe, con nitidez, la putrefacción de los que tuvieron en sus manos el destino de Champotón durante tres años?

Dice mi amigo Róger Cornelio que a partir de la denuncia del Cabildo ante el poder legislativo, denuncia que tendría que ser ratificada el jueves, los regidores se enfrentan a dos destinos: si persisten saldrían en hombros; si no, se demostraría la teoría del chantaje. “Quedarían como sinvergüenzas”, escribió. 

Difiero en algunas cosas con Róger. De ninguna manera el Cabildo saldría en hombros porque ha sido protagonista del saqueo y un acto final de redención no lo exime. Por otro lado, lo que está en juego es dinero, principio y fin de todo aquel que se dedica a la política. Si los regidores lo reciben, se irán felices sabedores que en el México que hemos construido, y en el Champotón que hemos destruido, la honestidad es una superstición que sólo complica la existencia. La vergüenza hace tiempo que se extinguió.  

Aclarado el punto, nos queda adivinar el desenlace. Si los regidores reculan, ¿será porque le pagaron los 500 mil pesos que exigieron o negociaron una cantidad menor pero de entrega inmediata? Me dicen que la oferta que Arjona puso en la mesa fue: 100 mil pesos en efectivo y 20 mil más en minucias. 

Si ratifican y se inicia el juicio político, entonces ¿quién mece esa hamaca? ¿Será Raúl Uribe, interesado en que se ventilen raterías para que todos conozcan el ayuntamiento que heredará a través de su hijo? ¿Esta rebelión edilicia será un coletazo agónico del gobernador Fernando Ortega para castigar al amigo de Alito y de paso cobrarle las reiteradas faltas de respeto?

A todas estas, ¿qué hará Alito? Con la fama que se ha echado a cuestas mi alcalde, que va del latrocinio a la ineptitud, del alcoholismo a la pederastia, ¿lo incluirá en su gabinete? Si lo hace, el mensaje estaría más que claro y las complicidades también. Si no, obraría con sensatez: asegurarle su lanita a José Luis pero refundirlo en algún lugar donde esté a salvo del ojo público y de sí mismo sería la mejor decisión. El poder, aunque sea pequeñito, lo embrutece demasiado.


Martes 8 de septiembre. Noche.

Reunión entre regidores disidentes y alcalde. Puñetazos a la mesa, reclamos, cifras. El hedor es insoportable. Arjona saca documentos y dice a sus adversarios que tiene pruebas para hundirlos y que el juicio político se les podría voltear. A los priistas, una amenaza aparte: ellos tienen el deber de encubrir o les esperan seis años infernales. Deliberan. Los panistas y el del Panal juran que irán de frente, los tricolores y el perredista acuerdan el desistimiento pero queda pendiente la cantidad.


Miércoles 9 de septiembre. Temprano por la mañana. 

Un enviado de los regidores priistas y Arjona acuerdan el precio del acostón. Unos dicen que 200 mil, otros que 120 mil, no se sabe. La confusión es tal, querido diario, que uno de mis informantes argumenta que no hubo dinero porque la amenaza del sexenio infernal caló hondo. Tampoco importa. Lo esencial es que poco después los regidores del PRI fueron al Congreso a desbaratar lo andado. El alcalde jamás incurrió en ninguna ilegalidad, cumplió todos los acuerdos, acudió a las sesiones, informó sobre los programas federales y las obras públicas y no se robó un sólo peso. El anti-cristo es, en realidad, un unicornio.  

Mañana jueves los regidores panistas y el del Panal irán al Congreso a ratificar que ese unicornio parece perro. A ver. 

Por supuesto, todo el dinero mencionado aquí, desde lo que teóricamente se le pagó a cada piocha edilicia hasta lo robado por el alcalde, y todo lo que fue y lo que viene, ha sido sufragado por nosotros vía impuestos y así seguirá hasta que nos convirtamos en ciudadanos de verdad y dejemos de ser unos vasallos infames. Por desgracia, no somos guatemaltecos.

Nota final, querido diario: las diferencias con Róger Cornelio tienen que ser dirimidas en Bebetitlán. Voy a pedirle a Barón que cite a una asamblea extraordinaria con carácter de urgente. No se suspende por lluvia ni se aceptan desistimientos.      

Besitos.

Tantán. 

    

Entradas populares de este blog

Alito y Pablo: bloqueo, mentiras y textoservidores

Imbecilidad amurallada

Doña Layda: la farsa opositora