Kevin no será el último






Y ahora, los Alitolovers nos presentan una variante más de la infamia. La culpa de la muerte de Kevin es de los padres de los asesinos que no los supieron educar, dicen, y así tratan de trasladar la responsabilidad de este crimen a otra parte, lejos de su mata de chayote, en una medida desesperada para encubrir las burradas del gobernador Alito Moreno.

Pero no es tan fácil en este caso fabricar culpables para desviar la atención. Kevin era un  buen muchacho, según las versiones que he leído. Los padres de Kevin hicieron bien su trabajo. Los padres de los asesinos no. ¿Quién debe mediar para que entre unos y otros impere la Ley? ¿Cuál es, entonces, la función del Estado? ¿Por qué el gobierno, depositario de la violencia legítima, ha sido rebasado en este y en otros muchos casos?

Si existe venta de trago a mansalva en las colonias y ahí se  surten menores de edad, muchas veces en horario ilegal (doble delito); si los parques son reinos selváticos y, por tanto, nido de malvivientes; si robos, secuestros y narcomenudeo se multiplican sin que haya siquiera un pálido intento de castigar a los perpetradores, la culpa es del gobierno que encubre a los distribuidores de alcohol y drogas, que tiene abandonados los servicios públicos y que no garantiza la seguridad de sus gobernados.

En Campeche no hay gobierno sino caos, el que tiene en su mollera el gobernador y que se refleja en todos los ámbitos, incluido el de la Seguridad. Y hay pruebas. La mentira oficial, repetida mil veces en los medios de comunicación campechanos, es que somos la entidad más segura del rumbo. No es cierto. Cerramos el 2015 en cuarto lugar (pueden comprobarlo aquí) y tres meses después, en marzo, caímos hasta el noveno, como lo muestra la imagen.



De la Economía mejor no hablar. Fernando Ortega nos colocó en el último lugar; ahí permaneceremos por mucho tiempo gracias a la Reforma Energética, que el diputado federal Alejandro Moreno tanto defendió y que ha provocado el colapso de Carmen, el motor económico de Campeche. 

Pobreza e impunidad, el caldo de cultivo perfecto para el crimen.

Vamos en un tobogán que el gobernador trata de ocultar detrás de fotos y declaraciones ridículas, y en los ¿análisis? de sus textoservidores que sólo atinan a acusar de homosexuales a las voces disidentes, a insultar a Pablo Gutiérrez Lázarus porque es panista, a condenar a Edgar Hernández porque es amigo de Fernando Ortega, a burlarse de Layda porque carga botox, a señalar a Renato Sales porque es enemigo de Alito y sus patrones los Arceo, dueños de Tribuna y Telemar.  

Pero aquí, ahora, con la muerte entre nosotros, no hay espacio para las pirotecnias ¿periodísticas? compradas a precio de oferta; aquí hay una tragedia inmensa y la responsabilidad es de Alito, de su Fiscal y del secretario de Seguridad Pública quienes, corrompidos e ineptos, evaden el encargo de imponer el Estado de Derecho por temor a ser sus primeras víctimas. 

Vamos, si en tierra de liberales y heroicos burrócratas se castigara el vandalismo, ¿Alito sería gobernador o habría sido carne de presidio en su más tierna juventud, cuando tomó la rectoría de la UAC por orden de González Curi? Oh, las relaciones entre el poder y la delincuencia, el ingrediente fundamental de la putrefacción que nos circunda.

El asesinato de Kevin es el resultado de la descomposición del gobierno, y no será, por desgracia, el último. Se nos viene la noche encima.  

Besitos.

Tantán.

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