Explicando el desastre

Cuando aparecieron los primeros datos de “México ¿Cómo vamos?” que nos ubicaban como la entidad con peor desempeño económico, el gobernador se refugió en un argumento extravagante para disfrazar el desastre: sus propios números, recabados, dijo, en una guarida burocrática llamada Unidad de Inversión y Banco de Proyectos. Con eso organizó un evento en el que presumió cifras y gráficas cuyo fin de fiesta fue el siguiente: la economía campechana es un Fórmula Uno tripulado por un Michael Schumacher con guayabera talla XXXXXL. Contra la realidad real, la realidad solidaria, distantes una de otra como Thalía Mottola y el canto. Pero las pruebas de la catástrofe siguieron brotando y estimularon la esquizofrenia gubernamental. Entonces Fernando olvidó cifras y gráficas y acudió a su propia ontología del campechano, es decir, una mezcla volátil entre la incapacidad para asumir el fracaso y una peregrina interpretación del Laberinto de la soledad, y esta vez el veredicto fue que la p...