La Morsa y el alcoholismo de los seybanos
El documento con el que adorno este artículo es un intento de homicidio contra mi adorada profesora de Español, doña Lilia Góngora, y una afrenta espantosa contra los seybanos. En ambos casos se trata de infamias deplorables, pero la segunda me parece particularmente importante porque refleja la pesadilla que vivimos. Para empezar, tengo que entablar una lucha a muerte contra los crímenes ortográficos y sintácticos para ensayar una traducción más o menos coherente de la circular. Ni modo, alguien tiene que hacer el trabajo sucio. Según entiendo, el documento, fechado el 16 de abril, informa a los propietarios de “establesimientos” que el día 19, domingo para acabar de joder, quedaba prohibida la venta de felicidad embotellada (o enlatada) en Seybaplaya. Todo esto sustentado con artículos de Ley, firmado por el Director de Gobernación y con copia para 114 mil “juncionarios”, todos ellos confabulados para asesinar a la profesora Lilia y cagarse en los seybanos. Ad