Bestiómetro

Hoy, mientras viajábamos de Champotón a Campeche, mi esposa me contó los problemas de una amiga suya, animadora de fiestas infantiles, que meses atrás fue contratada por el Ayuntamiento de Campeche y que al día de hoy, después de muchas vueltas, decenas de evasivas y tenaces malas caras de sus deudores, sigue sin cobrar un sólo peso de los 800 que le adeudan. Sí, 800 pesos. Y como este caso, ustedes lo saben, hay muchos. Ahora bien, el ayuntamiento de Campeche no es la única institución gubernamental que maneja sus finanzas de forma un tanto extravagante, todas las demás lo hacen; y lo verdaderamente raro es que mientras a la perrada le recetan siempre la misma cantaleta: “No hay dinero, no, no, no”, los burócratas de alto nivel, sus socios, achichincles y guachomas (guarura, chofer, mayate), la restante fauna de acompañamiento y algunos medios de comunicación cuya línea editorial es bastante flexible, no conocen ni tienen que soportar los sollozos, las proclamas y las carotas de lo

Que Layda armó un escándalo en la posada de los trabajadores del Ayuntamiento, festejo al que llegó para reclamar al presidente municipal de Campeche, Carlos Rosado Ruelas, por el busto de Juan Camilo que adorna el Paseo de los Héroes. Que por semejante disparate, Layda ha ganado cualquier cantidad de recriminaciones de los bien pensantes y hasta de quienes no piensan tan bien, o no piensan, simplemente. Contra todo lo que me puedan decir, a mí me pareció requetebien lo que hizo Layda porque lo entiendo a partir de sus necesidades políticas y no desde las páginas de algún manual de urbanidad y buenas costumbres. Atiendan lo siguiente: si la imagen pública de doña Layda se ha venido desdibujando paulatinamente, si los descomunales implantes que se colocó han sido el único rumor persistente en los últimos años, entonces un escándalo de estas proporciones contra la figura más popular del momento, en buena medida gracias a los ataques gratuitos de Tribuna, era urgente, necesario, imprescin

Hoy se cumple una semana sin que Trifulca acribille a Carlos Rosado Ruelas y esto, but of course , huele a podrido. La primera inquietud que me asalta (nunca mejor usado un verbo) es conocer a cuánto habrá ascendido la protección: si a los 650 mil pesos mensuales que pagaba Oz o a más por tratarse de un alcalde panista; y lo segundo es admirarnos de la velocidad con la que Ruelas se destazó la lengua. ¿Qué sucedió, Carlos, en qué requinto infierno sepultaste la promesa de no regalar dinero del pueblo al periódico en el que La Piraña te achacó, hasta hace una semana, todo lo que calló con Oznerol?

Me acabo de enterar que los universitarios refrendaron su compromiso con la democracia y reeligieron a Berzunza como el mero picudo del sindicato. Por cierto, gracias al propio Berzunza supimos, hace algún tiempo, que por estatuto sólo eran permitidos dos periodos al frente de la incansable lucha sindical; y luego que casualmente ese absurdo había sido subsanado para permitir 3, todo con tal de satisfacer los deseos de los trabajadores universitarios. Es probable que Berzunza vuelva a tener una ideota de ese calibre y se permita una tercera reelección y, por qué no, una cuarta, quinta, sexta, etcétera. The sky is the limit. Así que, para que no digan que critico sin aportar, he aquí mi propuesta de lema para próximas reelecciones: "Porque nuestra lucha seguirá tres semanas después del fin de la eternidad, ¡nunca más sólo 3 (4,5,6,7...) periodos!" De triángulos de luz al enigma sin albas.