Hace un año, Raúl Pozos era un caudillo hecho de gel, sonrisas y morisquetas, que apadrinaba desde bautizos hasta velorios, se tomaba selfies con inusitado frenesí y organizaba unas comidas de no mamen. Hace un año, los seguidores de Pozos asolaban las redes sociales tratando de convencernos de que las pesadeces de su candidato eran exquisitas, en cambio Alito no era más que un delincuente peligroso, tóxico, cruel e inmoral. Luego, el dedazo. Ahora nadie sabe nada de Pozos. Algunos incluso han frotado un pomo de gel para el cabello a ver si se aparece. Y muchos de sus seguidores andan tras el tóxico e inmoral Alito, el delincuente, humillándose con la esperanza de no perder el estatus burocrático. La quincena antes que la dignidad. Pobres, no entienden que no tienen cabida en ese proyecto. No entienden que de llegar Alito al Cuarto Piso, va a patearlos sin descanso ni misericordia sin importar cuántas veces le hayan lamido pie, pantorrilla, muslo, callejón ...