Es que se le chispotea

Ya en otras ocasiones Raúl Pozos, presidente del CDE del PRI, nos había deleitado con sus esplendidas cuanto polémicas declaraciones.

Una de ellas fue hace un mes, durante la celebración del 79 aniversario del PRI, donde fustigó a panistas y perredistas por derechosos y retrógrados, respectivamente (aclaro para evitar confusiones). Digo, si se trataba de acribillar a los adversarios políticos desde la altísima calidad moral que otorga ser priista, podría haber despotricado contra derecha, izquierda, centro y pa´ dentro sin mencionar partidos y al albergue los pastores. O mejor aún, evitar conflictos y refrendar los compromisos del tricolor con la justicia social y el desarrollo del país, asuntos que si bien no resolvieron en los escasos 70 años que detentaron el poder, son muy aplaudidos por los eternos acarreados que, como se ha probado científicamente, son capaces de todo con tal de no sufrir el abandono de su lideresa predilecta (el caldo de sobaco es altamente adictivo), y los pastores, al albergue.

Pero no, Raúl prefirió lanzarse desde la tercera cuerda contra esos institutos políticos y recibió su castigo: Beto Cutz y Mario Pacheco, diputados locales del PRD y del PAN, lo prendieron por su cuenta, le refutaron punto por punto sus argumentos y lo hicieron batidillo. No quedó ni el gel. Y para acabar de fregar, los legisladores del PRI no hicieron ni el intento de defender a su dirigente partidista, tal vez porque saben que su futuro en la grilla no depende de Pozos, una figura decorativa que encubre el trabajo de la verdadera jefa tricolor, Elisa Montiel, enviada para obstaculizar las aspiraciones de Méndez Lanz, Alito y Ortega Bernés; o tal vez porque no es el caso armar bronca por unos disparates dichos en mala hora.

A pesar de esa amarga experiencia, Raúl no entendió que el silencio no es tiempo perdido y, en una declaración publicada por varios medios locales el jueves 27 de marzo, demostró que un dirigente del PRI es el único animal que tropieza dos veces con la misma lengua. Pozos afirmó que su partido vigilará la transparencia en la aplicación de los recursos federales para evitar que los delegados hagan proselitismo y negó que las manifestaciones campesinas contra Mario Ávila Lizarraga, esas que encabeza Che Cu, sean teledirigidas desde el Cuarto Piso.

Sobre el alucine de vigilar la aplicación de los recursos federales, Raúl tendría que especificar con qué atribuciones, armado de qué herramientas, en calidad de qué las realizaría, por principio de cuentas. Pero lo más triste es que mete al gobierno del Estado en un problema, porque es muy factible que los panistas le regresen la pelota y empiecen a exigir transparencia al gobierno estatal a través de sus legisladores en el Congreso de Estado, y éstos sí que tienen todas las facultades del mundo para sacarle un forzado a quien sea.

Ahora que sobre las manifestaciones de Che Cu y su Sonora Campesina contra Ávila Lizarraga, por supuesto que le creo a Raúl Pozos. Obviamente que no, no y no son manejadas a control remoto por el gobierno estatal. A petición popular, repito: no, no y no son manejadas a control remoto por el gobierno estatal. Faltaba más.

Y el colmo: dueño de un “timing” político bastante raro, a Raúl se le ocurrió incluirse en la lucha de funcionarios estatales contra los delegados federales cuando ya era demasiado tarde, porque al día siguiente de su anuncio sobre la vigilancia que, supuestamente, ejercerá su partido sobre los embajadores de Mouriño, el gobernador Jorge Carlos Hurtado decidió poner un alto al tiradero de lodo pidiendo a ambos bandos que atenuaran sus enconos y se pusieran a trabajar por Campeche. Como en el Chavo del Ocho, cuando el profesor Jirafales impuso silencio se escuchó: “¡profesor longaniza!”

Ahora bien, a fe de este escribidor la solicitud del gober es muy sensata y es probable que sea obedecida por sus colaboradores, no así por los delegados federales que besan otra correa; pero de lo que no me queda duda es que Raúl Pozos la acatará como si fuera palabra de Dios, no sólo porque es un funcionario estatal de primer nivel, sino porque con todo y su poca sal en la mollera no tiene problemas para confundir disciplina con sumisión, y es ahí donde se nota la casta burocrática.

Ojalá que así sea, porque de lo contrario tendrán que buscarle un sustituto menos propenso a los desvaríos declarativos y entonces, no obstante su larga trayectoria, Raúl Pozos se verá obligado a decirle a la política: adiós mundo gel.

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