Kalimba, sí; Aristegui, no.


La semana pasada, los diputados petistas encabezados por Fernández Noroña colocaron en el Congreso de la Unión una manta donde aludían al presunto alcoholismo del presidente Calderón.

La manta decía: “¿Tú dejarías conducir a un borracho tu auto?


“No, verdad.


“¿Y por qué lo dejas conducir el país?”


Al día siguiente, en su noticiero, Carmen Aristegui mencionó el tema de una manera que me pareció bastante mesurada, pero es mejor que usted saque sus propias conclusiones y por eso le dejo ahí tras lomita el video completo.


Ayer lunes nos amanecimos con la noticia de que MVS había rescindido el contrato de Carmen Aristegui porque esta había violado el código ético (código etílico) de la empresa y, además, se había negado a leer una “disculpa” pública.


El noticiero de doña Carmen era el más escuchado de México, pero eso sirvió para un caraxo. En este país la audiencia importa poco a los dueños de los medios de comunicación porque la mayor parte de sus recursos provienen del gobierno, que es dadivoso cuando se trata de silenciar la crítica.


En otras palabras, el gobierno usa nuestro dinero para impedir que nos informen como es debido. Pagamos por ser burlados.


Pero lo más triste del caso es la actitud de los colegas de doña Carmen. Muchos de ellos eructaron una caballada tras otra durante las tres semanas que duró el caso Kalimba, y nos bombardearon a todas horas con suposiciones sobre el tamaño del guayabo del cantante y los desgarres de Daiana.


Pero ninguno de ellos ha usado el hocico para opinar sobre esta violación a la libertad de expresión. Afortunadamente, Aristegui no necesita defensores. La blinda su prestigio.


Acabamos de sufrir una regresión de 30 años en el quehacer periodístico y las consecuencias posibles, según creo, serán las siguientes:


MVS regresará al lugar grisáceo que tenía antes de la llegada de Aristegui, aunque es posible que ganen alguna licitación del gobierno federal en el futuro cercano: amor con amor se paga.


Doña Carmen seguirá siendo la periodista más importante del país y no tardará en encontrar otro medio que le dé cabida.


Y Calderón no podrá quitarse la fama que le ha ganado este escándalo, y a su reputación de imbécil sumará la de borracho.

No, yo tampoco quiero que siga conduciendo el país.







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