La Opinión, mi opinión
Porque lo que faltaba en Campeche era un periódico, llegó La
Opinión, publicación que como los productos del Dr. Simi, es lo mismo pero más
barato, gratis para ser exactos, y cuyo primer número es memorable por los numerosos
golpes de pecho en nombre de la integridad periodística, lo que en este caso
equivale a purificar a un menonita con salpicón para puchero.
La primera plana postula que la verdad no tiene precio y que
terminó la dictadura de la información que durante años ejercieron medios impresos
en esta ciudad y el Estado; y el autor de esas barbaridades, entusiasmado por
la autofelación y el soporte didáctico de un retrato, supongo que erótico, de
Abraham Lincoln, llegó hasta las últimas consecuencias al afirmar que ahora
Campeche se une a la tendencia mundial con un producto sin ataduras políticas y
un compromiso con la gente, por la gente y para la gente.
Siguiendo la lógica de La Opinión, deducimos que otros sí
ponen precio a la verdad, entre ellos El Expreso de Campeche. El asunto es que
los dos son propiedad de Alejandro Castillo Illescas. Por obra de un trastorno
de identidad disociativo, el Dr. Jekyll que dirige La Opinión se transforma,
en El Expreso, en Mr. Chayo.
Y ya que apareció Alejandro Castillo, les cuento. En la
página tres nos regaló un catastrófico escrito en su calidad de Director
General de Multimedios, donde se presenta como “empresario campechano”
(fabuloso oxímoron), ensaya una disertación endulzada con Splenda sobre diarios
gratuitos y la crisis de la industria editorial, hace revelaciones incómodas (“En
México, un diario con precio en portada opera con números rojos sus primeros
seis años”) y repite que busca terminar con la dictadura informativa bla bla
bla.
En efecto, el primer diario gratuito, Metro, nació en Suecia
en 1995 y su agresiva campaña de distribución, orientada a usuarios del
transporte público, lo convirtió en un milagro editorial. Lo que omite
Alejandro Castillo es que la idea fue de dos periodistas con mucho seso y poca
lana, Pelle Andersson y Robert Braunerheilm, quienes desde 1992 hicieron sus
primeros intentos pero fracasaron estrepitosamente. Sólo con el amparo del
gigante mediático sueco, Modern Time Group, que aportó dinero y cuya influencia
fue determinante para que la Compañía de Transportes de Estocolmo autorizara la
distribución del periódico, Metro es lo que conocemos. Pregunto: ¿en el caso de
La Opinión, quién hará las veces de Modern Time Group?
Internet, Redes Sociales, altos costos de operación,
etcétera, están llevando a los medios impresos rumbo a la extinción. La
tendencia global es irse la web para los que ya no pueden subsistir del tiraje
y la publicidad. No obstante, en Campeche siguen apareciendo medios y la razón
es obvia: son patrocinados por la generosa mano del gobierno estatal y de los municipios.
De ahí que padezcamos infinidad de periódicos, revistas y televisoras de
ornato.
Alejandro Castillo Illescas no es ajeno a esa realidad pero posee
una desbordante imaginación que lo lleva a equiparar Modern Times Group con…
una ilusión. Sobre el financiamiento de La Opinión: el “modelo de negocios se
enfoca en los pequeños y medianos anunciantes, tan importantes y tan poco
atendidos en nuestra ciudad”, dice. Eso y nada es lo mismo, digo. Apaleados por
Hacienda y otras plagas, por una economía en perpetua crisis, por las cadenas
que venden desde lentejuelas hasta portaviones, los comerciantes campechanos
sólo conocen la agonía, y si a eso le sumamos la miopía aldeana que ve en la publicidad
no una inversión sino un gasto, el “modelo de negocios” de Alejandro es un asco.
Asimismo, en el texto plantea que… ¡bah! Para abreviar: La
Opinión, como El Expreso, se mantendrá con dinero público, tantán. El punto es:
¿de dónde y con qué fin?
Pongamos antecedentes: el primero, se aproxima el momento de
las definiciones políticas y empiezan a moverse los que quieren suceder a
Fernando y los que únicamente arman circo para negociar su permanencia en los
celestiales territorios de la administración pública; el segundo, Alito Moreno es
odiado solidariamente porque significa la ruptura de la rapiña como proyecto transexenal
(y el inicio de otra), y por su cercanía con los Arceo, la familia más poderosa
en términos mediáticos, también representa una amenaza para Castillo Illescas.
Ahora sí, intentemos explicaciones sobre La Opinión como proyecto político.
a) El arquitecto González Curi, Secretario de Obras
Públicas, sabe que sus aspiraciones de ser gobernador las despedazó su hermano
Antonio en 1997, pero le conviene continuar prendido a la ubre. Se encariñó con
el dinero fácil, digamos. Así que, como cada seis años, va por la faramalla de
lanzarse como precandidato para mercadear una buena posición y atornillarse de
nuevo a la vaca. Suertudo el tipo, goza de todas las simpatías de Castillo
Illescas porque… es su suegro. Un periodiquito que lo promueva no es mala idea;
es más, hace unos días El Expreso lo destapó como suspirante al gobierno
estatal.
b) Ana Martha Escalante Castillo, presidente municipal de
Campeche, sueña con la gubernatura y El Expreso la impulsa con inusitado
frenesí. Plus, no está comprometida con el enemigo y, por las intrincadas
relaciones familiares habituales en este rancho con murallas, es de casa:
Alejandro es su primo. Ahora bien: si el dinero para patrocinar el periódico
sale del Ayuntamiento, entonces las finanzas no están tan anémicas como
aseguran y los pésimos servicios públicos son el tributo de los campechanos para
que Ana Martha consolide sus aspiraciones. El espíritu de sacrificio de los
liberales y heroicos patriotas no tiene límites.
c) Pozos podría ser otra opción. Pero si es un hecho
científicamente comprobado que no escatima besos si los sabañones que le ponen
enfrente pueden servirle como escalafón en su carrera política, en cuestiones
de dinero es más hermético que un paquetito de cuatro piezas de galleta de
soda.
d) Por último Fernando Ortega, al que le serviría un medio
como La Opinión para patearle el buche a su detestado Alito y al mismo tiempo
construir una candidatura cercana a su corazón, tal vez la del propio Sarmiento.
Y aquí no veo dificultad en tirar más de un millón de pesos mensuales, porque dinero
hay en cantidades fluviales y no existen contrapesos para el saqueo. Ésta es,
creo, la verdad que no tiene precio.
e) Todas las anteriores.
Un periódico más para Campeche y además gratis, les decía al
principio. Llegará el día en que políticos y empresarios mediáticos, en sus disparatadas
riñas de poder, paguen para que sus periódicos sean leídos.
Besitos.
@Bestiometro